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jueves, 17 de octubre de 2013

CAERSE ESTA PERMITIDO...



Los errores y/o los fracasos son los matices que necesitamos para conocer mejor el terreno de nuestra travesía vital. 
Caerse no es una equivocación, es una necesidad básica para nuestro crecimiento personal. A menudo, a causa de nuestro anhelo de perfección, tal necesidad queda oculta bajo el disfraz de la culpa, y es precisamente este sentimiento el que distorsiona la verdadera función de nuestras “caídas”.
Según Shakspeare“Hay caídas que sirven para levantarnos más sabios y felices”, pues la experiencia que adquirimos tras cada supuesto error nos hace ser más conscientes del camino por el cual transitamos.
¡No intentes controlar al extremo cada uno de tus pasos! Permítete el lujo de caerte, ya que de lo contrario, tu atención únicamente se focaliza en el hecho de mantenerse en pie, dejando, en segundo plano, todos aquellos detalles que te rodean.
¿Qué hay a tu alrededor?
No lo sé... - responde el que sólo intenta mantener el equilibrio mientras se mira los pies. -

¿Qué hay a tu alrededor?
¡Una aventura, un camino por descubrir! - responde el que mira desde el suelo dispuesto a levantarse. -
Cada caída es un aprendizaje que nada tiene que ver con la culpa o el fracaso. Cada caída es un desequilibrio que nos enseña a reposicionarnos, que nos obliga a levantarnos y a seguir adelante con una mayor consciencia de nosotros mismos y una visión más amplia de nuestra vida. 
Caerse causa dolor y rompe de manera abrupta el minucioso diseño de nuestras previsiones. Es precisamente este dolor el que nos impulsa a reorientar y a rediseñar los pasos que nos dirigirán de forma renovada hacia nuestras metas.

La flexibilidad, es una capacidad que necesitamos para afrontar los obstáculos que se interponen en nuestro día a día. Unos obstáculos con los que a menudo chocamos y nos hacen caer. Es entonces, cuando desde el suelo, podemos leer la letra pequeña que hay inscrita en ellos: una lección que no nos enseña a evitar las caídas, sino que nos enseña a aprender a caer de nuevo y a aprender a levantarse las veces que haga falta. 

Tal y como decía Confucio: Nuestra gloria más grande no consiste en no haberse caido nunca, sino en haberse levantado después de cada caída.”
Aleix Arribas

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