Una larga
tradición
Desde los inicios del Imperio
Romano, enero estaba dedicado al dios bifronte Janus, que mira delante y detrás:
al año que se va y al principio del que viene, por eso le representaban con dos
rostros, uno barbudo y viejo y el otro jovencito.
Los romanos invitaban a comer
a los amigos y se intercambiaban miel con dátiles e higos para que pasase el
sabor de las cosas y que el año que empezase fuese dulce. Esta vieja costumbre
romana fue poco a poco entrando en Europa, donde con la misma finalidad
venturosa comenzaron a ofrecerse lentejas, de las que se dice que propician la
prosperidad económica del año que empieza.
En España, la tradicción de tomar las 12 uvas el 31 de diciembre se remonta a principios del siglo XX, cuando un grupo de viticultores alicantinos que no sabía qué hacer con el excedente de la cosecha, pensó en darle salida pregonando que consumir uvas el día de Nochevieja daba buena suerte para el siguiente año
En España, el lugar tradicional de las 12 campanadas es la Puerta del Sol (Madrid), donde se encuentra el conocido reloj de la Casa de Correos. Según la tradición, se cree que el que se coma las doce uvas al compás de las campanadas tendrá un año próspero.
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