Es verdaderamente dificil imaginar una vida sin recuerdos. Una vida donde las personas mas queridas nos parezcan extraños. Una vida en la que los símbolos no tengan significado, la experiencia carezca de utilidad y las tareas esenciales para subsistir deban ser inventadas cada día. Una vida sin conciencia de nosotros mismos, sin autobiografía.
La memoria es un instrumento indispensable para la conservación de la especie. Ha superado los rigores de milenios de evolución y selección natural, no hay duda de que los antepasados que recordaban con exactitud dónde encontrar alimentos y reconocían rápidamente los signos de peligro tenían una clara ventaja sobre sus compañeros olvidadizos.
La memoria es poderosa. Las reminiscencias del ayer definen nuestra personalidad y determinan una gran parte de lo que conservamos de los acontecimientos de hoy. En cierto sentido, el pasado configura el presente. La memoria es también selectiva. Nos permite olvidar viejas manías y aprender nuevas formas de adaptarnos. El olvido cura muchas heridas de la vida. Alivia las penas del duelo y nos ayuda a perdonar los agravios y a recuperar la autoestima. La memoria es además subjetiva y vulnerable. A menudo distorsionamos los recuerdos para que coincidan con nuestra idea de lo que debería haber ocurrido o confirmen las explicaciones de la realidad que más nos conviene.
La memoria es un instrumento indispensable para la conservación de la especie. Ha superado los rigores de milenios de evolución y selección natural, no hay duda de que los antepasados que recordaban con exactitud dónde encontrar alimentos y reconocían rápidamente los signos de peligro tenían una clara ventaja sobre sus compañeros olvidadizos.
La memoria es poderosa. Las reminiscencias del ayer definen nuestra personalidad y determinan una gran parte de lo que conservamos de los acontecimientos de hoy. En cierto sentido, el pasado configura el presente. La memoria es también selectiva. Nos permite olvidar viejas manías y aprender nuevas formas de adaptarnos. El olvido cura muchas heridas de la vida. Alivia las penas del duelo y nos ayuda a perdonar los agravios y a recuperar la autoestima. La memoria es además subjetiva y vulnerable. A menudo distorsionamos los recuerdos para que coincidan con nuestra idea de lo que debería haber ocurrido o confirmen las explicaciones de la realidad que más nos conviene.
Todos albergamos añoranzas sin saber realmente de dónde vienen. Todos somos sugestionables. Ahí están los informes de científicos que han logrado implantar en la mente sucesos que nunca acaecieron.
La memoria humana no es un microprocesador de silicio frío y estéril en el que almacenamos ordeandamente datos e imprimimos la realidad literal, como fotos de un album de familia. Por el contrario, esta potencia del alma depende de una masa de células vivias, húmedas y calientes, desparramadas por el cerebro, en la que registramos no solo cifras y hechos concretos, sino nuestras interpretaciones personales de los hechos y los sentimientos y emociones que los acompañan. Por eso los recuerdos tienen el poder de hacernos llorar, reir y temblar.
A medida que se alarga la existencia humana, la fragilidad de la memoria se hace mas evidente. Los trastornos del cerebro que destruyen progresivamente las facultades mentales están en aumento. El sufrimiento y la ruina que causan estas dolencias incurables explica que tantos enfermos, al enterarse de su suerte, se despidan de este mundo para siempre, como hacen los moribundos en el lecho de la muerte. Y es que una vida sin memoria no es vida.
(Antídotos de la nostalgia- Luis Rojas Marcos)
La memoria humana no es un microprocesador de silicio frío y estéril en el que almacenamos ordeandamente datos e imprimimos la realidad literal, como fotos de un album de familia. Por el contrario, esta potencia del alma depende de una masa de células vivias, húmedas y calientes, desparramadas por el cerebro, en la que registramos no solo cifras y hechos concretos, sino nuestras interpretaciones personales de los hechos y los sentimientos y emociones que los acompañan. Por eso los recuerdos tienen el poder de hacernos llorar, reir y temblar.
A medida que se alarga la existencia humana, la fragilidad de la memoria se hace mas evidente. Los trastornos del cerebro que destruyen progresivamente las facultades mentales están en aumento. El sufrimiento y la ruina que causan estas dolencias incurables explica que tantos enfermos, al enterarse de su suerte, se despidan de este mundo para siempre, como hacen los moribundos en el lecho de la muerte. Y es que una vida sin memoria no es vida.
(Antídotos de la nostalgia- Luis Rojas Marcos)
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