Las personas nos pasamos la vida juzgándolo todo: a nosotros mismos, a los demás, las cosas, las situaciones. Por este motivo, aprender a no juzgar supone un gran descanso para la mente y para ti, sobre todo cuando dejas de juzgarte a ti mismo por cualquier cosa. Le damos un sentido al mundo al juzgar las situaciones como «buenas» o «malas» de acuerdo a reglas definidas por nuestra cultura. Estas reglas constituyen nuestro código moral. Cuando practicas el no juzgar, te niegas a seguir automáticamente la opinión de los demás en cualquier situación. Al hacer esto, comienzas a tener un sentido de la ética que trasciende las tradiciones de nuestro tiempo. Esto es importante hoy en día, cuando las imágenes de los medios de comunicación se han convertido en algo más convincente que la realidad, y nuestros valores –libertad, amor, etcétera- son reducidos a eslóganes y palabras vacías.

Si un objeto se ha caído de tus manos y se ha roto, eso no es ni bueno ni malo, sino simplemente se ha caído y se ha roto, y tú no eres torpe ni todo lo contrario, tan solo lo has dejado caer sin darte cuenta; es decir, describes la realidad tal y como es, pero no la juzgas.
Por ejemplo la mayoría de nosotros cree que el cáncer es una enfermedad mortal, de modo que si el doctor nos dice que la padecemos, nos quedamos aterrorizados pero después no debemos juzgar nuestras posibilidades de supervivencia en que sean éstas buenas o malas, ni tampoco les consignamos ningún porcentaje bajo de superación porque eso sería entregar nuestro destino a las estadísticas.
En lugar de eso, lidiamos con el problema que tenemos entre manos, no sólo desde el nivel literal de nuestro cuerpo, sino desde el nivel de percepción más elevado que podamos. Nos permitimos aceptar lo desconocido, junto con sus infinitas posibilidades.
Cuando practicamos el no juzgar tenemos oportunidades para la curación y el crecimiento. Ya no sufrimos traumas pasados –tenemos acontecimientos que han moldeado nuestra personalidad-. No rechazamos los hechos –nos oponemos a la interpretación negativa de estos hechos y a la historia traumática que nos sentimos tentados a tejer en torno a ellos. Entonces creamos una historia de fuerza y compasión basada en estos hechos.
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