Sólo se puede llevar a cabo una reflexión profunda si se renuncia a la seguridad de la certeza, esto nos hace investigadores y críticos, y nos convierte en personas abiertas a la transformación. Esta renovación permanente del que no se agarra a verdades inmutables es solo posible si se asume la incomodidad y ansiedad que muchas veces acarrea. Pero merece la pena, porque aprender a preguntarnos y preguntar, es la única oportunidad que tenemos para ser individuos un poco más libres.
Las grandes soluciones y las grandes respuestas van de la mano de individuos o de teorías extremadamente tajantes que se presentan como salvadoras, filosofías "redentoras" que con sus "liberaciones" lo único que consiguen es cambiar unas cadenas por otras.
No hay verdades absolutas como no hay soluciones totales a los problemas. Cualquier consejo, método o teoría debe presentarse describiendo en qué circunstancias puede ser aplicada (porque no hay un algo para todo), cuales son sus riesgos y cuales pueden ser sus desventajas o limitaciones. Si nada de esto acompaña a la exposición de un tema nos encontramos ante un discurso dogmático que no tiene en cuenta la complejidad de lo que trata. Estos discursos dogmáticos (indiscutibles) pueden ser producto de una forma infantil de enfrentar las ansiedades vitales, pero también pueden ser empleados a conciencia para seducir a las personas y conseguir de ellas la satisfacción de intereses ocultos.
Susana Espeleta
Psicologa colegiada
Psicoterapeuta individual y de grupo
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