
Pueden ser muchos los motivos por los que un especialista decida realizar esta prueba, sin embargo, su uso más común es el que se realiza para el diagnóstico de la osteoporosis, así como el seguimiento del tratamiento de esta enfermedad ósea, para valorar qué riesgo existe de que el paciente pueda sufrir una fractura en los próximos años.
La duración de la prueba suele oscilar entre 10 y 30 minutos, dependiendo del equipo que se utilice y de qué partes del cuerpo se examinen. Si el doctor lo cree conveniente, la prueba se repetirá regularmente transcurrido un período de dos años.
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