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martes, 17 de septiembre de 2013

LA CAMARA CONTRA EL OLVIDO

Se levanta cualquier mañana y no sabe si es martes o domingo. No lo sabe ningún día. Nunca. Alonso Román no es capaz de crear nuevos recuerdos, sufre amnesia anterógrada. Este trastorno es un tipo de amnesia, un daño cerebral adquirido que afecta a unas 500.000 personas en España. Su versión consiste en que es incapaz de generar recuerdos a partir de un momento, generalmente por una lesión o un traumatismo.
Se cree que en el caso de Román la causa fue un atropello. Pero en su lucha por recordar lo más reciente ha encontrado una aliada: una cámara de fotos colgada del cuello. Con ella, que costó alrededor de 500 euros, y una serie de ejercicios específicos para la memoria, Alonso recupera cosas que antes se hundían en el olvido. Lleva así dos años, registrando foto a foto cada instante. Ahora, gracias al aparato, recuerda un 20% más de lo que ocurrió el día anterior. La idea fue de Álvaro Bilbao, neuropsicólogo del Centro Estatal de Atención al Daño Cerebral (Ceadac).
Bilbao conoció el artilugio leyendo una revista científica. “Es la cámara vicon revue. Supe que podría servir para la mejora de las personas que trataba. Al menos intentarlo”. Propuso un ensayo al Ceadac, que aceptó, e involucró a otros seis pacientes de los más amnésicos de cuantos han pasado por el centro. También aceptaron.
 
El experimento empezó en enero de 2012 y terminó el pasado julio. “Tres excursiones con la misma duración, kilómetros y actividades. Comprobamos cómo funcionaba su memoria antes de colocarles la cámara, después de unos meses y al final”. El voluntario disparaba cada vez que había un movimiento, que cambiaba la luz, la temperatura. En total, más de 4.000 fotos en 12 horas. Por la noche tenían que descargar las imágenes en el ordenador y verlas. Una a una. Con su familia. Y de nuevo por la mañana en modo rápido, como si fuera la película de su vida, cada día
Con la cámara, que costó alrededor de 500 euros, y ejercicios específicos para la memoria, Alonso ha recuperado cosas que antes se hundían en el olvido. Cada día se sienta una hora para ver las fotografías. En ellas hay una constante: su incansable familia. Ve a su padre, que intenta ayudarlo lo menos posible para que pueda valerse por sí mismo. A su mujer, Carmen, que se casó sabiendo que el día de la boda Alonso no sabría que se iba a casar y que al día siguiente lo olvidaría. A su madre, que lo mima. Y a sus pequeñas hijas, Paloma y Carmen, que cada mañana le recuerdan sonrientes qué día es, de qué mes y de qué año.

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