Aunque vivir un acontecimiento
traumático es sin duda uno de los trances más duros a los se enfrentan algunas
personas, supone una oportunidad para tomar conciencia y reestructurar la forma
de entender el mundo, que se traduce en un momento idóneo para construir nuevos
sistemas de valores, como han demostrado gran cantidad de estudios científicos
en los últimos años. Algunas personas suelen resistir con insospechada fortaleza
los embates de la vida, e incluso ante sucesos extremos hay un elevado
porcentaje de personas que muestra una gran resistencia y que sale
psicológicamente indemne o con daños mínimos del trance.
Durante los primeros momentos de
una catástrofe la mayoría de los expertos y la población centran el foco de la
atención en las debilidades del ser humano. Es natural concebir a la persona que
sufre una experiencia traumática como una víctima que potencialmente
desarrollará una patología. Sin embargo, desde modelos más optimistas, se
entiende que la persona es activa y fuerte, con una capacidad natural de
resistir y rehacerse a pesar de las adversidades. Esta concepción se enmarca
dentro de la Psicología Positiva que busca comprender los procesos y mecanismos
que subyacen a las fortalezas y virtudes del ser humano.
La reacción de las personas ante experiencias traumáticas puede
variar en un continuum y adoptar diferentes formas.
CRECIMIENTO POSTRAUMÁTICO O APRENDIZAJE A TRAVÉS DEL PROCESO DE LUCHA
Al hablar de crecimiento postraumático no sólo se hace referencia a que el
individuo enfrentado a una situación traumática consigue sobrevivir y resistir
sin sufrir trastorno alguno, sino que además la experiencia opera en él un
cambio positivo que le lleva a una situación mejor respecto a aquella en la que
se encontraba antes de ocurrir el suceso (Calhoun y Tedeschi, 2000).
Cambios en uno mismo: es un sentimiento común en muchas
de las personas, el aumento de la confianza
en las propias capacidades para afrontar cualquier adversidad que pueda ocurrir
en el futuro. Este tipo de cambio puede
encontrarse en aquellas personas que, por sus circunstancias, se han visto
sometidas a roles muy estrictos u opresivos en el pasado y que a raíz de la
lucha que han emprendido contra la experiencia traumática han conseguido
oportunidades únicas de redireccionar su vida. Estas ideas son consistentes con
los trabajos que indican que las convicciones políticas e ideológicas son el
principal factor positivo de resistencia en presos políticos y torturados
(Pérez-Sales y Vázquez, 2003).
Cambios en las relaciones interpersonales: suele ser común la aparición de pensamientos del tipo
"ahora sé quienes son mis verdaderos amigos y me siento mucho más cerca de ellos
que antes". Muchas familias y parejas enfrentadas a situaciones adversas dicen
sentirse más unidas que antes del suceso. En un estudio realizado con un grupo
de madres cuyos hijos recién nacidos sufrían serios trastornos médicos, se
mostró que un 20% de estas mujeres decía sentirse más cerca de sus familiares
que antes y que su relación se había fortalecido (Affleck, Tennen y Gershman,
1985). Por otro lado, el haber hecho frente a una experiencia traumática
despierta en las personas sentimientos de compasión y empatía hacia el
sufrimiento de otras personas y promueve conductas de ayuda.
Cambios en la espiritualidad y en la filosofía de vida:
las experiencias traumáticas tienden a sacudir de forma radical las concepciones
e ideas sobre las que se construye la forma de ver el mundo (Janoff-Bulman,
1992). Es el tipo de cambio más frecuente. Cuando un individuo pasa por una
experiencia traumática cambia su escala de valores y suele apreciar el valor de
cosas que antes obviaba o daba por supuestas.
Vivir una experiencia traumática es sin duda una situación que
modifica la vida de una persona y, sin quitar gravedad y horror de estas
vivencias, no se puede olvidar que en situaciones extremas el ser humano tiene
la oportunidad de volver a construir su forma de entender el mundo y su sistema
de valores. Por esta razón, se deben construir modelos conceptuales capaces de
incorporar la dialéctica de la experiencia postraumática y aceptar que lo
aparentemente opuesto puede coexistir de forma simultánea


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